“A los hongos se les ha hecho muy poco caso y son clave para la humanidad”
María Francisca Colom Valiente (Alicante, 1959), estudió Medicina pero desde siempre quiso investigar. Ha dedicado su vida profesional al fascinante mundo de los hongos. Investiga y enseña en el laboratorio de Micología médica en la universidad Miguel Hernández, en Alicante. Actualmente, estudia la presencia de hongos en el pulmón, la enfermedad del micetoma en Turkana y destacó la aportación en los llamados aerosoles biológicos durante la pandemia. Reclama igualdad para las científicas.
Lourdes Durán: ¿Qué le llevó al mundo de los hongos?
María Francisca Colom Valiente: Empecé por casualidad. Al acabar medicina quería hacer doctorado porque tenía claro que me quería dedicar a la investigación. Me admitieron en el departamento de Microbiología y me plantearon estudiar los hongos que uno coge cuando iba a la playa. Hacer estudios serios sobre la contaminación en aguas de recreo era una fuente de ingresos para el departamento. En aquel tiempo no se estudiaban las arenas ni los hongos, así que me lo propusieron, y yo muy valiente, ¡no solo de apellido!, sino de espíritu, me dije: ¡Adelante! El mundo del hongo me trató muy bien. Y ahí sigo.
L. D.: ¿Qué son los hongos?
Mª F. C. V.: Antes a los hongos se les consideraban plantas porque se clasificaban sobre la base de lo que son las setas, que son los hongos macroscópicos, y que son inmóviles y parecen vegetales, pero hace muchos años, se clasificaron en un reino aparte porque ya se vio que no tienen clorofila ni otras cosas que sí tienen las plantas.
En los 70 vino el inicio del estudio de la clasificación de los seres vivos sobre la base de los genes que van marcando la evolución. Lo del reino animal y vegetal está obsoleto. Tú analizas los genes, que se llaman cronómetros moleculares porque van marcando la evolución y los hongos están muy separados de las plantas, y de otras cosas. Según la clasificación actual, las primeras fueron las bacterias, luego las arqueas y en último lugar sale la rama de los eucariotas, los microorganismos que tienen células complejas, que ahí están las algas, hongos y protozoos. En el último pétalo del árbol evolutivo están los que se ven, los animales, las plantas.
L. D.: ¿Cuál es el papel de los hongos como agentes para la biodegradación?
Mª F. C. V.: Los hongos microscópicos son grandes degradadores de sustancias distintas y también son grandes productores de sustancias útiles. Tanto los antibióticos, que la mayoría vienen de hongos, como muchas moléculas que se utilizan, proceden de ellos, pero también las enzimas que se utilizan en los detergentes. Tienen capacidad para romper grandes moléculas. Hace años trabajé en el estudio de hongos degradadores de plástico en un proyecto en el que poníamos plásticos biodegradables en medios marinos, en lagunas, enterrados en distintos medios naturales, y sacábamos pedacitos para ver si se degradaban o no, y los hongos eran los grandes invasores y los que los degradaban.
L. D.: ¿Cuáles son las líneas actuales de la investigación que está llevando a cabo?
Mª F. C. V.: Una es el estudio de los hongos que viven en el pulmón. Ahora se habla mucho de la microbiota, pero se refieren a bacterias que viven en el intestino humano, que es un órgano muy colonizado por bacterias, y también por otros microorganismos como hongos. Nosotros hacemos lo mismo, pero en la parte más profunda del pulmón. Se consideraba que esa zona del aparato respiratorio era estéril, que no había ningún microorganismo; ahora sabemos que sí hay. Estudiamos los hongos que viven ahí. Intentamos ver la relación entre hongos en el pulmón y los que hay en el polvo de las casas. Cuántos de los que exhalamos pueden sobrevivir en el polvo y cuántos llegan a esa parte baja del pulmón o cuántos se quedan por ahí arriba. La otra tesis es si los hongos que viven en el pulmón tienen algo que ver con el cáncer de pulmón.
L. D.: ¿Alguna conclusión?
Mª F. C. V.: No hay un perfil de composición de hongos que te lleven al cáncer, pero sí hay perfiles que pueden ser más propensos o que están más relacionados. Solo que aún no podemos determinarlo ya que es muy difícil estudiar la parte baja del pulmón porque tienes que meterle un tubo ahí a la gente, y solo lo puedes hacer cuando un paciente tiene una indicación para ello. Como lo restringimos mucho, tiene que ser un paciente que no esté inmunodeprimido. Hemos llegado a 100 pacientes a lo largo de 5 años, los resultados son importantes, pero necesitamos más para llegar a conclusiones sólidas.
Siguiendo con las investigaciones actuales en el departamento, están los proyectos relacionados con las enfermedades tropicales desatendidas, que son las que se dan en zonas de gran pobreza, sin atención sanitaria ni inversión. Lo hacemos en Turkana (Kenia). Hay seis enfermedades. Yo fui a estudiar el micetoma, que es una enfermedad producida por hongos, que afecta a las extremidades y a la cabeza. En los casos más graves, acaba con amputación. Por eso es tan importante la labor que desarrolla la ONG Cirugía en Turkana. En la universidad, estudiamos las bacterias que hay en esa zona de Kenia y ver cómo se comportan frente a los antibióticos.
Por último, hay una línea empezada en la época del cóvid, en la que trabajamos con un grupo de físicos expertos en calidad del aire. Durante la pandemia sumamos herramientas de ellos y las nuestras, para hacer estudio de la dispersión de los virus en el aire. Los aerosoles biológicos. Trabajamos físicos, neumólogos y nosotros microbiólogos. Quedó claro que la distancia de seguridad en espacios cerrados no existe. Si hay una persona infectada da igual que esté a 5 metros, los aerosoles se dispersan, se diluyen más pero no existe distancia de seguridad. Y luego es muy importante la ventilación.
L. D.: ¿Cree que volverá a haber otra pandemia?
Mª F. C. V.: En la medida que puedo aventurar, desde luego que haya otra pandemia no es difícil. El trabajo que se ha hecho en coronavirus es muy sólido y nos da mucha ventaja. Ahora pueden venir pandemias víricas de otra naturaleza. Las barreras para dispersión de microorganismos no existen.
L. D.: ¿Cómo puede afectar el cambio climático a los hongos?
Mª F. C. V.: Uf, interesante y muy aventurado contestar. Hay muchos hongos distintos. Tienen mucha versatilidad, una capacidad de adaptación tremenda. El cambio climático, aparte de seleccionar a aquellos que ahora no son más prevalentes y, sin embargo, van a serlo porque les va a beneficiar el cambio, también va a hacer que los hongos se adapten. La biodiversidad se modifica y vamos a ver como hongos en determinados ambientes se modifican, o suben en proporción con respecto a otros que compiten. En algunos casos pueden ser beneficiosos. El panorama de la vida va a cambiar. La fertilidad del suelo depende de los hongos y eso puede llevar a cambios muy importantes, cómo cosechamos, dónde cosechamos, etcétera. En sequías, los hongos son los mejores para retener agua y hacer que el suelo sea más esponjoso. Cuando llueve el agua se va porque arrastra, cuanto más esponjoso sea el suelo, más absorbe y retiene.
L. D.: Con lo importantes que son, ¿por qué son tan desconocidos?
Mª F. C. V.: Se les ha hecho poco caso. Se aporta poca financiación porque siempre van por detrás de los estudios de bacterias, virus. Ahora todo el mundo les hace caso desde que apareció la serie The Last of Us. Los hongos no han generado problemas de salud, son beneficiosos para la humanidad y la gente los maneja desde tiempo inmemorial, por ejemplo, la levadura del pan es un hongo, la de la cerveza, otros alimentos fermentados como los quesos, el vino.
Han sido más estudiados para la industria alimentaria que en el mundo de las enfermedades. Se les hacía un caso relativo porque la levadura se maneja sin saber que era un ser vivo, ya los egipcios hacían cerveza y vino y no tenían ni idea. Lo mismo sucede con el pan. El descubrimiento del mundo microbiano en serio llegó con Pasteur en el siglo XVIII, y luego hasta el XX, que se descubren los virus y los antibióticos; todo lo demás eran estudios de patología humana, casi todo de bacterias porque hacían cultivos para ver si producían enfermedad.
De hecho, Fleming descubrió la penicilina intentando quitarse al penicilium, al hongo, de encima, que le contaminaba las placas. Es el típico caso de serendipia. Él intentaba cultivar la bacteria, el estafilococo, y tenía un penicilium que le hacía la pascua. Hasta que su ayudante se dio cuenta de que donde crecía el hongo, no crecía la bacteria. Los hongos cogieron importancia porque producían antibióticos. Estamos hablando de 100 años solo.
L. D.: Están en nuestros cuerpo. ¿Qué hacemos con ellos?
Mª F. C. V.: Son como las bacterias, entran al nacer, respiras, comes y los hongos se incorporan a tu cuerpo, inhalas aire y hay esporas, en la piel de tu madre hay microorganismos, y tienes algunos que te hacen falta y otros no, como las manchas blancas en la piel, o las tiñas. Los de pie de atleta se adquieren en suelos húmedos. Hay un hongo muy famoso, el cándida que está en el intestino, muchas mujeres lo padecen y lo produce la levadura de tu intestino. Pasan a tu vagina. Es muy común.
L. D.: La presencia de mujeres en la Ciencia aumenta pero siguen siendo minoría. ¿Qué puede hacer una científica como usted para estimular que más mujeres persistan en este campo?
Mª F. C. V.: Mujeres que empiezan carreras científicas hay muchas. Los laboratorios están llenos de mujeres. Estimular la vocación no es tan importante, lo fundamental es hacer que crean que pueden continuar, porque es una carrera larga. Cuando llega el momento de la conciliación, ahí suele venir el primer escollo que les hace cambiar de rumbo. El mundo de la investigación es muy ingrato, está mal remunerado. Se consiguen mejores salarios después de años de precariedad.
Al menos en España. Si llevas una buena carrera investigadora, acabar estudios, tu tesis, irte fuera, es una carrera complicada y que te obliga a moverte. Suele ser el escollo, conciliar la profesión y vida familiar armónica. ¿Cómo se consigue? Con las mismas herramientas que trabajamos la igualdad en todos los ámbitos. Si tu pareja respeta tu trayectoria, no tiene que ser problema. Es un problema en la medida que lo es para todos. El respeto a tu carrera. Esa es la clave. A mí personalmente, es una lucha personal mía, aunque admiro a las grandes mujeres investigadoras, Marie Sklodowska, Curie, la top, y Margarita Salas, más cercana en el tiempo y lugar. Con ellas hay un problema muy serio.
Ambas estaban casadas con investigadores que las llevaron con ellos mientras tuvieron que ser madres, entonces ese no es un ejemplo válido, hay que salirse de la genialidad, no hay que pedir a la gente que sea un cerebro para lanzarse a ser investigadora.
Si tienes como referente a Marie Curie, te caes. Por Margarita Salas nadie daba un duro, la becaron para que se fuera de viaje con su marido a Estados Unidos. Lo ha contado ella. ¿Cuándo la vimos? Cuando se quedó viuda. Para mí un handicap, cada vez que llega el día de la mujer en la ciencia, el 11 de febrero, ponen a las de siempre y ves a mujeres que iban con hombres que iban para allá. Que me pongan un hombre que diga ve tú que yo te espero. Ese es el modelo, que estimule la verdadera igualdad. El modelo es que haya una sociedad igualitaria. A mí, mi madre me decía ¡es que lo quieres todo! Eso no se lo dicen a un hombre.
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