¿Qué tal lo he hecho?
– ¿Te ha gustado esta columna?
– ¡Si apenas estoy empezando a leer!
– Podrías decir.
– ¡No te quedes atrás! ¡Pulsa!
El mundo está invadido de botones de colores. En realidad, el paisaje que observamos está lleno de encuestas de satisfacción, libros de autoayuda, y patatas fritas.
– “Valore entre 5 y 10 qué le ha parecido la atención recibida, siendo 5 la valoración más baja y 10 la más alta”, piden por teléfono.
La energía parece que se ha instalado en la evaluación de los resultados más que en el proceso en sí mismo. Es la vida hacia el exterior, ese mundo difícil desde el que recuperar al cliente, amable hacedor de dinero. Lo demás, se plantea como un escenario casero, contenedor de grises naderías que recuerdan los tiempos de Pandemia: el mando de la tele, las zapatillas de estar por casa y una amplia variedad de cuchillos de untar. Sin embargo, el color, la métrica no le pertenece solo a los números, también a la música, la poesía, la buena cadencia en el narrar, pero qué es eso, quién lo quiere medir. No hace falta, no hay medidas en realidad.
Las encuestas de satisfacción se han convertido en la satisfacción misma, esta es la clave de la vida que se pondera de manera anticipada, el nihilismo de nuestros días: celebrar antes de que exista el motivo de celebración. Así, como los casos de éxito descritos en los libros de autoayuda, el servicio, se autodenominó excelente por el hecho mismo de existir, porque mostraba grandes círculos de colores que recordaban lo importante que eras tú -pulsador de los botones- para el funcionamiento del mundo porque nada, sin uno mismo –que soy yo– sería posible…. Y entonces, en una espiral sin fin, la mente encuentra un doble convencimiento para sentirse importante al pulsar el color verde esperanza, y después de ello salir eufórico en busca de ese manual que te hace ser el líder que tú solo puedes ser, te ayuda a saber cómo ganar influencia en la vida, o cómo sobrellevar a ese enemigo, que es la duda interior. Las respuestas mecánicas con las que funciona el mundo, te hacen olvidar la propia ambigüedad del ser, eso tan difícil de explicar a un botón y es, que estás contento y no lo estás, a la vez.
-Tu opinión es muy importante para nosotros.
¿Nos libraremos de las encuestas a cada paso? ¿Cómo contestar que es imposible medir lo que, en definitiva, merece la pena? Este mundo por construir entre todos arranca desde la auto exigencia de cada cual, ya sea al atender a un cliente, o a un amigo; limpiar un baño público, o privado.
Los botones de colores y todos los colores, a casa, a airear grisallas, remover cajones, buscar tesoros, poner en orden la vida, y las prioridades, y después, sin patatas fritas que mastiquen la ansiedad, elegir un libro de la vida de verdad. Una de esas múltiples historias que te hablan de lo insondable que es la ambigüedad del ser humano, que llora muchas veces cuando quiere cantar, camina hacia delante dando pasos hacia atrás y dice no cuando, en realidad, está terriblemente convencido de que debería de haber dicho sí, y solo sí.
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