Sin duda, Carmen Martín Gaite es una estrella que ha brillado sin interrupción en la literatura española. Desde los años de plomo de una larga posguerra hasta la reluciente España democrática refulge su nombre. Sobre la brillantez de su obra y persona no cabe duda. Su excepcionalidad hay que encuadrarla en un estudio comparativo con sus contemporáneas, cuestión de la que me ocuparé.
El punto de vista crea el objeto
Arde Salamanca en conmemoraciones de su escritora en su centenario. Brilla Madrid y toda España en homenajes a la gran Carmen Martín Gaite. A cientos, aparecen análisis y críticas de su obra. Su presencia en librerías es sobresaliente. El lector curioso puede bucear en mil fuentes, Siglo XXI, tiempo de la hiperinformación.
Deliberadamente, he elegido otro punto de vista para hablar de Martín Gaite, que el tópico tratamiento y exégesis de su obra. De este modo, me ha parecido hermoso acompañarla al Boalo, y dar noticia de su Fundación, animando a los lectores a conocerla. También he querido subrayar el perfil tan distinto de Carmen Martín Gaite respecto a sus contemporáneas escritoras, sobre las que he desarrollado una larga línea de investigación, a la que he titulado significativamente Tragedias contemporáneas de género. Carmen Laforet, Elena Soriano, Clarice Lispector, etc. que forcejeaban con su identidad de escritoras, aún turbulentas en un universo patriarcal.
Carmen Martín Gaite, la primera escritora profesional
Martín Gaite es la primera escritora profesional, por así decirlo, en el sentido de que tiene una identidad como tal, firme como una roca tanto en lo psíquico como en lo social.
Su biografía es una lanzadera hacia la escritura, una línea recta hacia su destino. Pareciera una mujer profesional y culta del siglo XXI, incluso más, empoderada por un padre que la dirigió hacia ello, y otras circunstancias muy favorables en la forja de un destino. Pareciera que la tremenda sociedad patriarcal de la más dura posguerra no la hubiera tocado. Los años de plomo pasaron por su vida solo para inspiración creativa, para ser literaturizados. Cómo no recordar Entre visillos su famosa novela que describe el horizonte estrecho y triste de aquellas jóvenes mujeres en la España de los años cincuenta, marcadas por un destino matrimonial, “la pesca del novio” o una terrible soltería, o la entrada en la vida religiosa consagrada.
Calle Mayor, en lenguaje cinematográfico mostró ese horizonte chato y triste, esa tragedia de género. Es un film magistral de Juan Antonio Bardem, como también lo es la novela de Carmen Martín Gaite. Ambas obras maestras, las he utilizado ampliamente con mis alumnos de universidad, son una joya para mostrar la sociedad patriarcal y el cambio social posterior. A Martín Gaite, al parecer, nada de ello le afectó, para llegar al horizonte luminoso que le esperaba como escritora. Carmen Martín Gaite es la primera trayectoria normalizada de escritora en la España contemporánea.
Carmen Martín Gaite, la que lo tenía todo
De este modo ha sido llamada por algunos de sus biógrafos. Tenía todos los recursos sociales y culturales a su alcance, y tenía todas las habilidades para plasmar el género literario que se le antojara: cuento, novela, ensayo, investigación histórica, periodismo, entre otros. En cierta manera, su vida literaria es la crónica de un éxito anunciado, por decirlo con cierto aroma a lo García Márquez.
Cinco claves biográficas
Explorando su biografía:
1. Sin la sombra de un varón, un hermano, siendo la hija menor de dos hermanas. En absoluto estos datos son baladíes, máximo en una sociedad patriarcal. Ya lo dijo certeramente Emilia Pardo Bazán: “Si yo hubiera tenido un hermano, mi destino hubiera sido muy otro”.
En suma, Carmen Martín Gaite nace en una sororidad (solo hermanas) y siendo la hija menor, siempre con más libertad que el resto, en el rango de los hermanos. Estoy utilizando una terminología psicológica y sociológica. La cadette, la menor ha sido muy estudiada en la investigación biográfica, por ejemplo: en la obra de Pierre Bourdieu, el clásico de la sociología contemporánea, con el que tuve el honor de trabajar en París.
2. Nuestra escritora reunía los cuatro capitales que trata el citado sociólogo: social, económico, cultural y simbólico, más un quinto capital que añado yo: el capital emocional, especialmente relevante para las mujeres en una sociedad patriarcal.
3. Con una educación planeada y dirigida por un padre amado. No acudió a ningún colegio ya que su padre, notario de profesión y de ideas liberales, no deseaba que fuera educada en una institución religiosa. Recibió clases de profesores particulares y de él mismo, gran aficionado a la historia y la literatura, que ejerció como iniciador de Carmen y su hermana en estas disciplinas. Todo lo anterior constituye una inagotable cuenta corriente, por así decirlo. Una inmensa dotación para la vida, un blindaje contra la adversidad.
4. Estudios universitarios y ambiente social. Para Carmen, llegar a la Universidad era un horizonte sin problemas. Mientras que para sus contemporáneas era un horizonte bastante improbable, bajo el mandato patriarcal del matrimonio como meta profesional. Introducirse en un ambiente amistoso e intelectual no tuvo ningún problema para Martín Gaite.
De la mano del salmantino Ignacio Aldecoa, se desenvolvió en un ambiente de élite cultural de los círculos literarios de Madrid y la lanzó a sus primeros trabajos.
5. En dichos círculos conoció al que sería su esposo, el escritor Rafael Sánchez Ferlosio. La homogamia social constituye un input de gran calibre para cualquier pareja profesional. Cosechar éxito tras éxito fue una carrera sin fin, apoyada en su disciplina de trabajo, inteligencia, y sin duda en su gran inspiración como escritora.
Miel y hiel
Carmen tuvo la desgracia de vivir la muerte de sus hijos, un bebé de siete meses y una hija de veintinueve años, además de su ruptura matrimonial. Parte de la miel de la vida, es la buena hermana, la hermana tutelar, Ana María, que desde siempre tuvo el papel de cuidadora y de ser su apoyo incuestionable. Muerta la escritora, es la que mantuvo la Fundación y el fuego vivo de su memoria. En la actualidad, en manos de Patricia Caprile, su directora. Es de obligada cita José Teruel, el gran especialista de la autora.
Un último paseo con
Carmen Martin Gaite
“El alma humana se parece a las nubes. No hay quien la coja quieta en la misma postura” (Carmen Martín Gaite de Nubosidad variable, 1992. Cita sobre el muro del Centro cultural de El Boalo).
Salir a la naturaleza, vivir la cultura. Una mezcla de ambos estados de ánimo me han llevado a El Boalo, a ver a Carmen. Este topónimo que suena a exótico, lejano, suena a africano o brasileiro, quiere decir lugar de bueyes (del latín bos-bovis, buey).
Aquí está La Maliciosa, la gran montaña que preside el pueblo, y aquí está también la casa de la magna escritora Carmen Martín Gaite, que también lo preside, a su modo. Tiene una calle, una fundación, varias lápidas en lugares de cultura con sus frases, y también, está su tumba en el cementerio.
Escribe Carmen Martín Gaite
Nadie mejor que la propia Martín Gaite para describir con su prosa elegante este pueblo de la sierra madrileña:
A pesar de que no son más de 50 kilómetros que lo separan de Madrid, El Boalo es un pueblo que no sale al paso tan fácilmente, que hay que tener un olfato especial para toparse con él, porque tiene algo de refugio sagrado, que no se busca, se encuentra.
Arrebujado en las estribaciones de la cordillera Carpetovetónica, debe su nombre a que en tiempos del pasado fue dehesa boyal, es decir, campo donde traían a pastar a sus ganados 105 hacendados de las inmediaciones. Sigue siendo El Boalo pueblo de buen ganado vacuno y lanar, de fresnos y retamas, de hermosa roca viva, pueblo de pastores y canteros. Si alguna vez llegáis a él por azares que solo el destino dirige y os sabéis ganar a la noble gente que lo habita, podéis llamaros bienaventurados, porque casi sin daros cuenta dejaréis de ser extranjeros o veraneantes y echaréis raíces en su tierra, como un árbol más del paisaje.
Frecuento El Boalo desde 1960, año en que mi padre, ya próximo a la jubilación, buscaba un lugar recóndito pero cercano a Madrid para pasar temporadas de descanso, que mucho se lo merecía. Se enamoró de este pueblo nada más verlo, compró unas hectáreas de terreno, plantó árboles allí y encargó a canteros del mismo pueblo que le hicieran una casa. La piedra para construirla se sacó de un grupo grande de peñas que había en medio de la finca y que la casa vino a sustituir. Ya va a hacer 30 años.
Los árboles que mi padre plantó han crecido, vuelven las urracas, las cigüeñas y las abubillas, vuelven las amapolas y las mariposas. Permanecen los otros grupos de peñas que mi hija escalaba cuando jugaba con otras niñas del pueblo, hoy casadas ya.
Lo demás ha cambiado o ha desaparecido. Pero aquí seguimos mi hermana y yo, cada día más enraizadas en este pueblo, participando de las alegrías y penas de su buena gente, que a su vez nos ha acompañado en nuestras fiestas y nuestros lutos. (Escrito en agosto de 1998 para el programa de las fiestas de El Boalo).
Qué placer visitar una casa literaria
Cuando se han leído las obras de alguien que nos ha alimentado con sus creaciones, se convierte en una amistad interior, alguien que está muy metido en nuestros afectos. Es visitar a un familiar muy querido.
Esto es lo que he sentido al visitar la casa de esta escritora, convertida ahora en Centro de Estudios de los años Cincuenta (Fundación Carmen Martín Gaite).
Tres presencias y un alma
Sí, tres presencias: el pico de la Maliciosa, la de Carmen, más la de su hermana Ana Martín Gaite, la hermana que la amó, la hermana del alma, su única hermana, que hizo posible este futuro optimista y con grandes objetivos culturales.
A ella se debe que todo su legado personal siga en pie, custodiado y mantenido por una fundación que preserva los bienes, la memoria de esta familia, fin de raza, que murió sin herederos, y que nos lega este maravilloso lugar de encuentro y de cultura.
Allí, revolotea con atención y amoroso cuidado un alma exquisita, Patricia Caprile que atiende maravillosamente a las visitas.
Un atardecer en el cementerio de El Boalo
Al atardecer fui a visitar tu tumba, Carmen, y la de tus seres queridos en el recoleto cementerio de El Boalo. Sí, allí estás con esas frases grabadas sobre la piedra, que elegisteis y que respiran literatura. Quiero transcribir los preciosos versos de Antonio Machado que escogisteis para la tumba de vuestra hija Marta, infelizmente fallecida en plena juventud. Según Rafael Sánchez Ferlosio, el que fuera tu esposo, son los versos más bellos de la literatura castellana:
¡Oh, descansar en el azul del día como descansa el águila en el viento, sobre la sierra fría, segura de sus alas y su aliento!
Deseo terminar con este hermoso fragmento de Carmen Martín Gaite:
Hay quien dice que somos del lugar donde hicimos el bachillerato, otros opinan que somos del lugar donde nacieron nuestros padres o nuestros hijos. Pero también pertenece uno -de forma más profunda y secreta- al lugar que tuvo la generosidad de acoger a nuestros seres más queridos y darles tierra. (El Boalo, agosto de 1989).
