El Manifiesto Comunista escrito por Karl Marx y Friedrich Engels concluye: “Los proletarios no tienen nada que perder, salvo sus cadenas. Tienen un mundo por ganar. ¡Uníos obreros del mundo!”. Si estas palabras nos evocan el lenguaje empleado por los profetas del Antiguo Testamento al denunciar la injusticia social, puede que la explicación sea más que una mera coincidencia.