Hemos comprobado en nuestras carnes con dolor, angustia y miedo, que la distopía ya no pertenece a la ciencia ficción, sino que es algo real que está ya aquí, dentro de casa, ni siquiera a la vuelta de la esquina. Ese tipo de películas, que se concebían como productos de evasión y entretenimiento, ya no van a ser percibidas de la misma manera, e incluso muchos espectadores les darán la espalda durante un largo tiempo, no queriendo revivir el horror.