OPINIÓN

TIEMPO DE DESCANSO, TIEMPO DE SANACIÓN

En nuestras manos, un posible tiempo de descanso para un año lleno de complejas y desgarradoras heridas. Nuestros ojos, nuestros oídos, todos nuestros sentidos han recibido, están recibiendo los embates de las heridas del mundo ¿Adónde llegar? ¿Cómo hacer que nuestra presencia regale aceite, suavidad, a las heridas de tantas guerras? ¿Cómo hacer para dar alimentos y cuidado a esas inocentes víctimas de los desastres originados en Gaza, Ucrania y ahora en última instancia a la posible guerra en el sudeste asiático entre Tailandia y Camboya? Los medios nos informan de la evacuación de más de 100.000 civiles en las regiones fronterizas entre los dos países. Más evacuados, más campamentos para poblaciones que seguramente perderán sus hogares, su seguridad.

Y en nuestro país, nos hemos llenado en los últimos meses de grabaciones de políticos corruptos, de falta de honradez en los currículos al auto asignarse méritos o títulos no conseguidos…Necesitamos alejarnos de este panorama para acoger estas heridas en las manos abiertas de quien las acogió primero para proclamar la fraternidad entre todos, para decirnos con su evangelio que hay que amar hasta a los enemigos. Y así, hago mío este sencillo y profundo poema de Mari Sol Pérez Guevara en su libro Inesperada luz:

Apagados los vientos exteriores

Descender hasta el desierto,

Al lugar donde ante Ti solo soy yo

Allí en mi yo es tan de Ti

Que brilla con incandescencia.

En Ti mis fisuras se atenúan

Y el deseo de aparentar o complacer

Se desmorona.

En Ti, la libertad de ser

Y la frescura de todos los comienzos.

Porque descansar es comenzar un tiempo de salvación donde podamos penetrar en nuestro interior y sanar las heridas que el roce con la vida, con tantas vidas, nos va produciendo. Tenemos una sed inmensa de paz, de que se haga posible el diálogo, la acogida, la entrega generosa sin pedir nada a cambio. Una sed solo curada con el agua interior de ese aljibe que nos constituye, pero aljibe que hay que llenar para curar nuestra sed y la de nuestros amigos y contemporáneos. Como dice Víctor Herrero en el prólogo del libro mencionado anteriormente: “…mírame, vuelca en mí tus ojos hasta el fondo, hasta la astilla última y descubre que soy, sin contradicción alguna, sed y aljibe, que apunto con mis ramas más allá”.

Este tiempo de descanso reclama volver los ojos a la naturaleza, a sus criaturas, y recordar en el 800 aniversario de la creación del Cántico a las criaturas de san Francisco que ellas son vestigios, testigos del amor de Dios, y no solo eso sino que son parte de nuestra familia y no podemos apropiarnos de ellas y destruirlas, porque el sol, bello y radiante, es nuestro hermano; y también la hermana luna y las estrellas; y el hermano viento, y la hermana agua, útil, humilde, preciosa y casta; y el hermano fuego que alumbra la noche; y la hermana tierra que nos sustenta y gobierna y desde aquí, en su canto salta “a los que perdonan por tu amor, y sufren enfermedad y tribulación”. Y también “bienaventurados aquellos que las soportan en paz”; y bienaventurada la muerte” de la cual ningún hombre vivo puede escapar”.

Sí, en este 800 aniversario, nos podríamos preguntar cuál es nuestra relación con estas criaturas hermanas, si las hemos tratado como familia o como depredadores de ellas, porque la violencia desencadenada del viento, del fuego, del agua ¿no será una respuesta a nuestra violencia sobre ellas?

Podemos comenzar este tiempo de descanso por una contemplación de la naturaleza que nos lleve hasta el hondón del alma y así sanar las grietas por las que siempre se filtra luz y así

Permanecer en Ti

Más hondo, más firme,

Más tiernamente

En ese centro

Más interior a mí

Que yo misma

Resistiendo vientos contrarios y resacas,

ignorando el vocerío de los desencantados.

Permanecer para seguir amando el mundo

Hasta su Redención (M Sol Pérez Guevara).

Sí, este es un tiempo de sanación.