ENTREVISTAS

“LA MAXIMIZACIÓN DEL LUCRO REDUCE AL HOMBRE AL VALOR DE UN ANIMAL QUE HACE DINERO”

Entrevista con Consuelo Gámez Amian, Catedrática y gerente de la Dehesa de los Monteros.

Redacción: ¿Pueden las empresas contribuir a la construcción de la sociedad civil?

Consuelo Gámez Amián: El que las empresas contribuyan de forma positiva o negativa en la construcción de la  sociedad civil depende de la forma de hacer economía de las empresas, es decir, si siguen éstas los postulados de la economía capitalista pura o de una Economía Social.

R.: ¿Está de acuerdo con la forma de hacer economía  de las empresas capitalistas puras?

C. G. A.: No, en general. Parto de la hipótesis de que la economía   debe y  tiene que estar al servicio de la persona, de todas las personas y especialmente de las más desfavorecidas y de la madre naturaleza. El afán de  lucro  es  el  espíritu  del  capitalismo puro.  La  maximización  del  lucro  como  motor  de  la economía, reduce al hombre al valor de un animal que hace dinero.

El sistema económico liberal actual, que incentiva la máxima  competitividad y la búsqueda ilimitada del beneficio, ha propiciado comportamientos egoístas y desaprensivos que han generado mucho desempleo, mucha desigualdad y marginación social, grandes niveles de sufrimiento y mayor enriquecimiento de los más ricos. El profesor Stiglitz, premio Nobel de Economía, da numerosas cifras que avalan tanto el crecimiento de la desigualdad como el estancamiento o la pérdida de poder adquisitivo y bienestar de las capas medias y bajas de la sociedad, las más numerosas, tanto en EE. UU. como en Europa. Al respecto afirma: “Si la economía no sirve a la mayoría de los ciudadanos, ésta será una economía fallida”.

R.: Usted ha sido profesora, ¿enseñaba esto a sus alumnos?

C. G. A.:  Después de haber estado enseñando durante 38 años teoría económica  ortodoxa, en la Universidad de Málaga, basada en los principios de libre mercado, individualismo, eficiencia, maximización  del beneficio, utilidad, etc.,olvidándome de los otros, de  la ética, de  la justicia social, de  la desigualdad económica y de otros valores sociales, me he planteado  que hay otra forma de hacer economía más humana y solidaria. A mi entender, hoy tenemos que recuperar nociones económicas y políticas que prioricen la economía social y la redistribución.

Para que predomine la noción de equidad y de justicia, es necesario recuperar comportamientos éticos de todos los agentes sociales y actitudes morales que han sido olvidadas. La codicia no puede ser un valor socialmente aceptable, como no puede ser el derroche de recursos o el individualismo más extremo. La recuperación de la economía no puede fundamentarse en un continuo crecimiento del consumo. Debe aceptar una visión más inclusiva donde el bienestar colectivo esté por encima del enriquecimiento individual o de determinadas élites. A mi juicio, la forma de hacer economía no puede seguir igual que hasta ahora, necesita cambios profundos.

R.: ¿Podría citar a algún autor que le haya inspirado en este cambio?

C. G. A.: El profesor Stiglitz (octubre 2016 en  Quebec) indicó: “Hay alternativas al sistema actual, aunque algunos sugieren que no las hay. Algunos opinan que necesitamos ajustes menores en el sistema. Pero los problemas son profundos y fundamentales, que no van a poder ser resueltos con pequeños ajustes”. Debemos aprender de las cooperativas, afirmó: “Si lo hacemos, podemos cambiar la forma de nuestra economía, remodelar la globalización y lo que nosotros y nuestros hijos queramos ser. Las cooperativas son más capaces de gestionar los riesgos que el sector privado capitalista. Creo que podemos construir un mundo en el que la economía funcione mejor para todos, basada en la solidaridad”, concluyó.

R.: ¿Cómo caracterizaría  la economía social?

C. G. A.: A mi juicio, la   economía   del   bien   común   promueve   un   cambio   social,   una   nueva   forma   de  hacer economía, de entender   las   relaciones   económicas   y sociales.   Una   forma   de   vida   más conforme con el sentido común y con los valores que más aprecian las personas. La economía social abarca todas las actividades económicas de iniciativa privada que pretenden beneficiar  no solo a las personas que las ponen en marcha, sino a toda la sociedad. Engloba  a aquel conjunto de organizaciones microeconómicas marcadas por una ética social. En la Carta de Principios de la Economía Social, promovida por la Conferencia Europea Permanente de Cooperativas, Mutualidades, Asociaciones y Fundaciones (CEP-CMAF),se especifican los principios que la  rigen :

  • Primacía de la persona y del objeto social sobre el capital
  • Adhesión voluntaria y abierta.
  • Control democrático por sus miembros (excepto para las fundaciones, que no tienen socios).
  • Conjunción de los intereses de los miembros usuarios y del interés general.
  • Defensa y aplicación de los principios de solidaridad y responsabilidad.
  • Autonomía de gestión e independencia respecto de los poderes públicos.
  • Destino de la mayoría de los excedentes a la consecución de objetivos a favor del desarrollo sostenible, del interés de los servicios a los mismos y del interés general.

La forma esencial de la economía social o solidaria es la cooperativa, bien sean de trabajo, de servicios, de consumo, las llamadas cooperativas integrales, etc. Las más desarrolladas son la Cooperativa Integral Catalana y el Mercado Social de Madrid. Todas ellas funcionan con referencia a determinados  principios y valores: autogestión; apoyo mutuo (apoyo entre iguales); autonomía (independencia de otras empresas o del Estado); equidad (equilibrio entre los ingresos más altos y los más bajos de una empresa); democracia (cada persona tiene un voto, independientemente del capital aportado, al contrario de lo que sucede en una empresa capitalista pura); solidaridad económica y compromiso con la sociedad y el medio ambiente.

Se consideran también economía social las sociedades laborales; las fundaciones y asociaciones que llevan a cabo actividades económicas y algunas actividades de autónomos. Lo esencial es que, en todo caso, el funcionamiento interno de todas las entidades  de economía social esté sustentado por valores sociales.

R.: ¿Dentro de la economía social podemos distinguir subsectores o hay un único sector?

C. G. A.: La economía social, en cualquiera de sus formas, constituye un universo económico que va unos pasos más atrás del capitalismo más genuino, buscando, además de ganar dinero, otros objetivos sociales. Dentro de ella pueden identificarse dos grandes subsectores: a) el subsector de mercado o empresarial, integrado por las empresas privadas con organización democrática (una persona, un voto) y con distribución de beneficios y b) el subsector de no mercado, que integra a las instituciones privadas sin fines de lucro al servicio de los hogares.

R.: ¿Se han comportado de forma distinta en la crisis las empresas de economía social y las empresas capitalistas puras?

C. G. A.: El catedrático de la Universidad de Valencia José Luis Monzón señala con datos de la EPA y del Ministerio de Trabajo que en los periodos más duros de la crisis, de 2009 a 2013, en el sector privado los asalariados cayeron un 18,5% y en el sector cooperativo un 8%, diez puntos menos: “Eso pone en evidencia que tienen una mayor resistencia a las crisis. Han hecho ajustes voluntarios tanto de plantilla, a través de pactos, como de reducción de jornada o salario, intentando mantener el máximo del empleo”.

R.: ¿Están en auge  las empresas de  economía social ?

C. G. A.: Grandes sectores económicos del país están copados por el negocio de las cooperativas. El ejemplo de funcionamiento para la mayoría está en Mondragón, la localidad vasca de apenas 22.000 habitantes que es la capital de un grupo de 103 sociedades, con 125 fábricas, una docena de centros de investigación y casi 40.000 socios. Son el pulmón industrial vasco. Junto a Mondragón otros siete grupos -la Fundación Espriú (salud), Clade Grup (multisectorial), Unide (alimentación), el Grupo Cooperativo Cajamar (crédito) Atlantis (seguros), Ilunion (multisectorial)y el Grupo Gredos San Diego— tienen en nómina a más de 128.000 personas. Otras corporaciones son líderes en su nicho de mercado: en Valencia Anecoop(frutas), En Ourense, Coren (ganadería). Pedreño, presidente de la patronal, declaró: “Nos consideramos ya como un sector económico y social suficientemente importante y reconocido como para tener un espacio propio donde se construyen las políticas públicas. Llevamos tiempo reclamando un lugar en ese diálogo”. Pedreño también preside la patronal europea Social Economy Europe (SEE), una institución que ha conseguido que la Eurocámara aprobase el pasado mes de marzo un informe que incluye a este sector en la planificación de las políticas económicas y presupuestarias de la UE dentro de la Estrategia UE 2020. “Apostamos por un plan de acción social que esperamos aprobar en los próximos dos o tres meses”, dijo.

CEPES, Confederación Empresarial Española de la Economía Social, en su carta a los Reyes Magos envidada a los partidos políticos ante la formación, sea cuando sea, de un Gobierno en España, solicita que las cooperativas y los autónomos formen parte de las mesas de diálogo social. También reclaman que este tipo de empresas no puramente capitalistas sean incluidas en la agenda de políticas públicas vinculadas con el desarrollo económico de España.

R.: ¿El virus de la corrupción está presente con igual intensidad en las empresas capitalistas puras y de economía social?

C. G. A.: Ninguna organización está libre de padecer del virus corrupción. Pero  hace muchísimo tiempo que no aparecen casos en el sector de la economía social. ¿Por qué? Porque tienen mecanismos asamblearios donde hay que dar cuenta, donde se introducen variables que condicionan y limitan la capacidad de actuación de las personas. Cree Pedreño que “esas barreras hacen que sea más difícil que se produzcan fraudes o ocultación de documentos”. Esa fortaleza y el hecho de que internalicen costes sociales que de otro modo tendrían que ser atendidos por el Estado es el argumento que utiliza la patronal para reclamar más presencia pública y nuevas compensaciones fiscales. “Lo único que hemos conseguido es que entre las medidas firmadas en los pactos para la formación de un nuevo Gobierno, —primero entre PSOE y Ciudadanos y ahora entre PP y Ciudadanos—, figure una sola línea que dice que el próximo Ejecutivo apostará por la reducción de trabas administrativas y el fomento del sector”.

R.: ¿Nos puede dar algunos datos  sobre  la economía social en españa ?

C. G. A.: Si, le daré algunos datos relevantes a mi entender. Las empresas de economía social en España están presentes en todos los sectores económicos con empresas de todos los tamaños. Suponen el 10% del PIB Español  y el 12,5% del empleo. El 80% de los contratos son indefinidos. En los últimos ocho años se han creado 29.000 nuevas empresas y 190.000 puestos de trabajo de los cuales el 47% pertenecen a menores de 40 años. Es un  modelo que apuesta por las personas. Innova y  encabeza las transformaciones empresariales de empresas mercantiles a empresas de economía social que generan empleo estable y de calidad. La economía social ha destruido menos empleo el resto de las empresas.

R.: Dentro de la economía social, ¿hay diversos enfoques para gestionar las empresas?

C. G. A.: Si, mencionaría dos enfoques que merece la pena resaltar. Uno es la economía del bien común, y otro la economía de comunión, propuesto por el Movimiento de los Focolares. Me centraré en la economía del bien común, un modelo económico y social propuesto y defendido por Christian Felber , como alternativa al capitalismo puro de mercado y a la economía planificada,  que se dió a conocer principalmente tras la publicación del libro de igual nombre, traducido al español en 2012, aunque sus orígenes se remontan al año 2008.

R.: ¿Cuáles son los objetivos de la economía del bien común?

C. G. A.: Es una forma nueva de hacer  economía   social, identificada ésta como un modelo de hacer empresa que se caracteriza por perseguir el bien común de sus integrantes y/o el interés general, tanto económico como social. La economía del bien común se rige por una serie de principios básicos que representan valores humanos: confianza, honestidad, responsabilidad social, cooperación, solidaridad y generosidad.

R.: ¿Y, cómo se determina el bien común?

C. G. A.: Al proponer un nuevo orden económico basado en el bien común, la primera cuestión es, en efecto, decidir que se entiende por bien común. Inicialmente, es claro que el bien común es   lo   que   beneficia   a   todos   los   ciudadanos. Por lo que son los propios ciudadanos quienes colectivamente pueden determinar que es el bien común para ellos. De ahí que la referencia venga dada por las propias constituciones de los países cuando han sido elaboradas y aprobadas democráticamente. Éstas deben reflejar los bienes comunes que los ciudadanos quieren que se persigan y se protejan.

En el caso de la Constitución Española (1978), leemos en su Preámbulo que la Nación española, desea establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran; y en el ámbito económico, el artículo 128.1 declara que toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual sea su titularidad está subordinada al interés general. Los bienes comunes que protege nuestra constitución están expresados en numerosos artículos Señalo algunos: 10.1, 31.1,33.1ºy 2º, 35.1º, 39.1º, 40.1,43.1º,44,45,47,131.1, etc. La economía del bien común propone que los valores constituciones rijan también en la economía, de forma que pueda decirse que la economía atiende a las necesidades y aspiraciones de las personas, esto es, al bien común.

R.: ¿Podríamos bajar a lo concreto y decirnos como empresaria y gerente de la dehesa de los monteros qué aportación específica te has propuesto hacer en esta sociedad?

C. G. A.: Quiero contribuir a que se demonice cada vez menos al empresario con otra forma de gestionar una empresa. Creé en 2008,  en plena crisis, La Dehesa de Los Monteros, empresa que produce ibéricos de autor, de bellota y castaña 100% ibéricos, y  que  gestiono según algunas de los propuestas de la economía del bien común. Mi empresa no está registrada como miembro de esa economía ni elaboro aún la matriz de utilidades sociales. El objetivo de mi empresa es la creación de empleo y riqueza en una comarca deprimida de Málaga: La Serranía de Ronda. He creado puestos de trabajo fijos, con sueldos decentes. El objetivo último es seguir creando empleo.

Es una comunidad de personas  en la que persigo el bienestar de todos sus integrantes. La empresa tiene una potente finalidad social y otra financiera. El beneficio es necesario para la actividad económica, sin el no hay empresa, pero no es lo más importante ni lo único. Hay que generar un beneficio suficiente, no el máximo beneficio a costa del bienestar de los trabajadores. Quedarse sólo con el principio de rentabilidad económica es  incompatible con la economía del bien común y es incompatible con un empresario cristiano.

El abanico salarial en La Dehesa de los Monteros es muy estrecho: el salario mínimo es de 1.200€ mensuales para peones no cualificados, sin estudios, y el máximo para directivos con estudios universitarios 2.000 €. Si los pequeños ganaderos autónomos que trabajan en mi empresa necesitan financiación para la compra de grano les hago anticipos a cuenta de la compra de los cochinos.

La empresa invierte en formación de todos sus trabajadores para incentivar la productividad y además  les da incentivos monetarios. Los beneficios de la empresa se reinvierten en su mayor parte para seguir creciendo y seguir creando puestos de trabajo indefinidos. Compito en el mercado, pagando sueldos más altos a mis trabajadores a través de una reducción de mi margen de beneficios. Una parte de éstos  se destina a dar microcréditos a personas sin medios económicos, prioritariamente mujeres, para crear un pequeño negocio.

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