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LLEGARON DE NOCHE: ENTREVISTA CON IMANOL URIBE

Hace casi  32 años,  en noviembre de 1989, nos conmovió la noticia del asesinato de ocho personas, seis jesuitas –Ignacio Ellacuría, Amando López, Ignacio Martín-Baró (Nacho), Joaquín López y López, Segundo Montes, Juan Ramón Moreno Pardo (Pardito)– y una colaboradora y su hija, Elba Julia Ramos y Celina Maricet Ramos, en la Universidad Centroamericana, UCA, de San Salvador y es noticia no solo el relato de esta masacre a través de la nueva película de Imanol Uribe Llegaron de noche sino también por la condena el pasado septiembre de uno de sus autores, Inocente Orlando Montano, por la justicia española. Montano era coronel y viceministro de Seguridad Pública en El Salvador y fue el primer exalto cargo salvadoreño del gobierno de Alfredo Cristiani (1989-1994) en ser juzgado y condenado por algunas de las masacres ocurridas en el periodo final de la Guerra Civil del país centroamericano (1980-1992). Montano fue extraditado a España desde Estados Unidos en 2017 a petición de la justicia española.

La mirada de Imanol Uribe es una mirada singular sobre hechos y acontecimientos de la sociedad española desde que dirigiera en 1981 La fuga de Segovia a la que siguió en el 84 La muerte de Mikel, después, Adiós pequeña, El Rey pasmado, Días contados, Bwana, Extraños, Plenilunio, El viaje de Carol, Hay motivo, La carta esférica, Ciudadano Negrín, Miel de naranjas, Lejos del mar, Noviembre y sus singulares miradas sobre el País Vasco en su capitalidad cultural, 7 miradas y una ciudad y Kalebegiak. Una ciudad, doce miradas.

Imanol está acostumbrado a mirar la realidad desde la cámara en la que proyecta esos Secretos del corazón, bien como director, guionista o actor. El reconocimiento a su buena dirección lo muestran los galardones obtenidos: Concha de Oro en San Sebastián y ocho premios Goya por Días contados, siete premios Goya por El rey pasmado, Concha de Oro por Bwana, etc.

Carmen Azaústre: Hola, Imanol. Tu vida es una vida dedicada al cine y en el has proyectado una mirada singular sobre hechos y acontecimientos de la vida española desde que dirigieras en 1981 La fuga de Segovia hasta tus originales miradas sobre el País Vasco que nos descubren otros aspectos de esas ciudades, ¿por qué esta perspectiva?

Imanol Uribe: Porque esa ciudad que parece Donostilandia, tan bonita, tiene una realidad que no se conoce, La casa del frío, y la quería dar a conocer. Es una casa que llevan unas ONG’s donde va la gente sin techo a dormir y era bastante impresionante su existencia en medio de todo esto… Una casa bastante desconocida para los propios donostiarras.

C. A.: Sí. Tú estás acostumbrado a mirar la realidad desde la cámara en la que proyectas esos secretos del corazón, bien como director, productor, guionista y en alguna ocasión como actor. Se ha premiado tu buena dirección con la Concha de Oro en San Sebastián, ocho Premios Goya por Días Contados, siete Premios Goya por El rey pasmado, Concha de Oro por Bwana, etc., y ahora nos sorprendes con una historia de miradas en la que de nuevo se percibe tu especial atracción por unos hechos que sucedieron el 16 de noviembre de 1989 y que tratas de captar e investigar a través de los ojos de una mujer: Lucía. Llegaron de noche, tu última obra a punto de estrenarse comenzó su rodaje, y qué coincidencia, en el mismo mes septiembre de 2020 en que uno de los autores de estos asesinatos es condenado por la justicia española. ¿Quién es Lucía y qué vio que la ha hecho acreedora de que lleves al cine su mirada? 

I. U.: Bueno, Lucía era una empleada doméstica que trabajaba en la UCA, en la Universidad, y hacía cosas de limpieza en las clases y colaboraba con los jesuitas, tenía muy buena relación con ellos y los adoraba. Cuando empezó, en noviembre del 89, la ofensiva final contra la ciudad de San Salvador, ellos que vivían en las afueras en un sitio muy precario, en un barrio que se llamaba Soiapaco, les pidieron pasar unos días allí  al padre Ignacio Martín Baró, Nachito, porque en su barrio había una balacera terrible y allí quedaban algunas casas libres y su marido y su hija podrían estar libres de la violencia del lugar en que vivían. Y, por supuesto, el padre Nachito les dijo que sí, pero lo que sucedió  es que el día anterior un pelotón del ejército había ido a hacer un cacheo de lo que había allí, con la disculpa de ver si había armas de la guerrilla, cuando lo que en realidad hicieron fue mirar dónde estaba cada cuál para no dejar testigos de la matanza. Ese día, ellos no estaban todavía allí, pero sí Ellacuría que había llegado de España. Al día siguiente, los mataron a todos. Entretanto, Lucía, que sí durmió allí esa noche y no había sido fichada el día anterior, se salvó de la matanza, aunque pudo contemplar a través de la ventana cómo la realizó el ejército,  después de haber hecho pintadas por todas partes, como si  el autor hubiera sido la guerrilla, Frente Nacional de Liberación Farabundo Martí.

Al día siguiente, todos los medios oficiales, algunos eclesiásticos, apoyaban la idea de que había sido la guerrilla la que los había matado. Y fue ella la que contó al provincial de los jesuitas, el Padre Tojeira, lo que había visto, por lo que los jesuitas la protegían o la escondían ya que su vida no valía nada.

C. A.: ¡Qué tremendo!

I. U.: A partir de ese momento tuvieron que sacar a esa mujer  de El Salvador para llevarla a Miami; primero, convencerla a ella, a su marido y a su hija, y después recurrir a la embajada americana para obtener visados, hecho que alertó a la CIA que en aquel momento colaboraba con el ejército salvadoreño, por lo que la CIA se sumó a ese viaje de acompañamiento a Miami. Cuando llegaron al aeropuerto a Miami, en el que teóricamente les estaban esperando los jesuitas que habían ido a recibirles, el FBI la  interceptó y la secuestraron en un hotel junto con su marido y con su hija, y la estuvieron interrogando y torturando psicológicamente durante al menos una semana y pico hasta que consiguieron doblegar su voluntad y que confesara que no había visto lo que había visto. 

Esa es la historia de Lucía. Afortunadamente, en el último momento, cuando iba a dar la rueda de prensa para desdecirse de lo que había dicho, apareció un jesuita, el padre Paul Tipton, presidente de la Asociación de Institutos y Universidades jesuitas de Estados Unidos en Washington en aquella época, quien tenía muchas relaciones en Washington y consiguió desbaratar todo y llevársela en el último momento1. Lo que pasa es que desde entonces Lucía, y su familia, no han podido volver a El Salvador, se tuvo que ir a vivir a California.

C. A.: ¡Jesús!

I. U.: Y esa es la historia. Por aquello que vio y sobre todo por mantenerse en sus trece de decir que la verdad es lo que ella había visto y que cómo iba a decir una mentira. Ella no podía mentir, la verdad era la verdad. Y eso le cambió la vida para siempre.

C. A.: ¡Qué mujer tan valiente! 

I. U.: Sí. Lo sigue siendo, vive todavía. Es una mujer de origen muy humilde pero muy sagaz y sobre todo con una voluntad de hierro.

C. A.: ¿Y qué es lo que te ha movido a narrar este suceso que nos conmovió y que tuvo una repercusión internacional en ese noviembre de 1989? Porque tú eres salvadoreño de nacimiento, aunque has crecido en el País Vasco.

I. U.: Sí,  yo nací en El Salvador, igual que mi hermana, y tanto ella como yo veníamos a estudiar en invierno a España y volvíamos allí en verano. En El Salvador estudié en el externado de San José de los Jesuitas…

C. A.: ¡Tú eres alumno jesuita!

I. U.: Soy alumno jesuita de allí y luego de Tudela. Y de Bilbao, Alicante… He estudiado en los jesuitas prácticamente toda mi infancia y juventud y curiosamente en Tudela estudió también Ellacuría, muchos años antes. Por eso digo, que es una película que estaba llamado a hacerla en algún momento de mi vida.

Cuando leí la noticia de la matanza, estaba por Sudamérica, preparando una serie en Latinoamérica y claro me impresionó muchísimo, son de esas noticias…

C. A.: Que te impactan…

I. U.: Que se quedan grabadas casi, casi como el asesinato de Kennedy o el once de septiembre. Son de esas cosas que te impactan mucho y recuerdas siempre lo que estabas haciendo en el momento en que pasa aquello.

C. A.: Tú, en la película, me imagino que además de Lucía, pones de manifiesto la figura de otros personajes. ¿Cuáles son?

I. U.: Para preparar la película, he hablado –y también el guionista– con Lucía y con Jorge, su marido, y con el padre Tojeira que era el provincial de los jesuitas en aquel momento. Se hizo cargo de toda la situación después de la matanza y aún vive en El Salvador, jesuita de origen gallego.

Hicimos una gira para conocer a Lucía y a su marido que viven en un pueblo perdido de California, a 150 millas de San Francisco. Un pueblo que no quieren mencionar porque, a estas alturas, tienen miedo. Casi no han hablado nunca de esto y tienen miedo, se les quedó el miedo metido en el cuerpo. 

Y además de estar con ellos, estuvimos en la UCA en El Salvador, con el padre Tojeira y con el actual rector. Nos informamos y documentamos bastante de todo lo que había, y todo lo que se cuenta en la película; la verdad es que no ha habido que inventarse absolutamente nada porque aunque parezca un guion de ficción, de verdad que no hemos inventado nada, prácticamente nada, lo único que hemos hecho, eso sí, es resumir cosas por interés dramático. La historia que se cuenta es tal cual sucedió, o tal cual ellos recuerdan que sucedió que también eso es otra cosa. Es la versión que cuentan ellos de lo que vivieron. Ya sabes que la memoria a veces es muy selectiva y cada uno ve los hechos de una manera. De hecho, hablando con Jorge y con Lucía al evocar algunos de sus pasajes hacían interpretaciones diferentes, claro, lógicamente por el paso de los años.

Pero bueno, dentro de eso hemos sido absolutamente fieles a la historia que ellos contaron. Porque además ellos son a los que les ha cambiado la vida.

C. A.: Y mucho…

I. U.: A mí me parecía un vehículo estupendo contar la historia de lo que sucedió desde fuera. Desde el punto de vista de alguien que está fuera y en realidad lo que se está contando es la terrible masacre de los jesuitas. En la película, además de la familia aparecen hasta 40 o 45 personajes que  tienen cierta importancia. Quitando el núcleo duro de la familia, el matrimonio y la niña, entre los de mayor importancia están el padre ElIacurría que lo hace Karra Elejalde, el padre Tojeira que lo hace Carmelo Gómez y luego están los agentes del FBI, el agente de la CIA, los embajadores españoles, irlandeses, el fundador de Médicos Sin Fronteras que fue el que acompañó a Lucía y a Jorge desde El Salvador a Miami porque se temía la intromisión del FBI y se la jugaron con queso porque le engañaron. Luego, el batallón Atlacatl que es…

C. A.: El que llevó a cabo la matanza.

I. U.: Exactamente. Es una película que quitando la familia es una película colectiva de alguna manera.

C. A.: Y tú que lo has investigado y has vivido y has recabado toda suerte de informaciones, qué pasó en El Salvador para que decidieran acabar con las vidas de los que estaban luchando por la paz y el diálogo. Porque, además, creo que Ignacio Ellacurría era mediador, y se lo cargaron tan brutalmente.

I. U.: Sí. Ellos estaban por la paz, ellos querían la paz obviamente, su voluntad era intermediar por la paz. Y habrá miles de teorías pero yo creo que precisamente por eso los mataron. Ten en cuenta que el gobierno americano financiaba al ejército salvadoreño con 1.000.000 de dólares al día, me parece, en aquella época, creo recordar. Y de ese dinero se beneficiaban muchos. Imagínate la corrupción que podía haber entre los militares en El Salvador en guerra.

Ese dinero se repartía, de hecho hay algún documento en que se cuenta como el ejército americano les mandaba armas y el propio ejército las metía en la guerrilla. Había unos intereses muy potentes para que esa guerra siguiera.

C. A.: Para que no acabara…

I. U.: Pues lo que ha pasado con la mayoría de las guerras. Esos intereses detrás de las ventas de armas, etc. Yo creo que obedece a eso. Este grupo de jesuitas eran muy incómodos, estaban tomando cierta relevancia en el futuro proceso de paz y por eso se los cargaron. De hecho a partir de ellos, fue el principio del fin de la guerra, porque a raíz de la muerte de los jesuitas el Congreso americano vetó ya la ayuda al ejército salvadoreño. O sea, que su muerte, de alguna manera, sirvió para iniciar el fin de aquella guerra terrible.

C. A.: ¿Y cómo entonces si había habido una ayuda previa de Norteamérica en la financiación de esta guerra, luego autorizan la extradición a España de Montano? 

I. U.: Bueno, eso era la política, en aquel momento creo recordar que era George Bush padre, era la política americana en toda Latinoamérica a través de la CIA y era apoyar las dictaduras, etc., etc., etc., y, bueno,… luego, con el tiempo, las políticas van cambiando y lo que antes es de una manera después es de otra. Y a Inocente Montano, que es el coronel al que extraditaron a España para que lo juzgaran en España, no lo detuvieron en EE UU por esto. Lo detuvieron por inmigración ilegal y, al enterarse el bufete de abogados de Almudena Bernabéu que es el que detectó eso, se consiguió la extradición a España. 

C. A.: Sí, porque al resto del  batallón, al resto de implicados…

I. U.: Nada, están todos en la calle. Se hizo un juicio, se les condenó mínimamente y a los pocos meses estaban todos en la calle.

C. A.: Es tremendo todo esto. Me imagino que habrá sido compleja la escritura del guion de la película.

I. U.: Hemos tenido muy mala suerte que a su vez se ha convertido en buena. Eso pasa a veces, que la mala suerte luego al final se da la vuelta, si consigues darle la vuelta, y se convierte en buena. Creo que esta historia es de las que me ha llevado más tiempo de preparación. Cinco años y una semana, desde que empecé a trabajar en el proyecto y hasta que lo he acabado. 

C. A.: ¡¿Cinco años?!

I. U.: Cinco años. Llegamos con un primer productor a El Salvador, hicimos la prospección, luego ese productor cerró la productora, tuve que buscar otro productor, volvimos a preparación, localizamos en Colombia y llegamos allí a preparar la película y justo cuando íbamos a empezar, empezó la pandemia y nos mandaron para casa, etc. 

Ha habido retrasos a lo largo del tiempo, y lo que hemos ido haciendo es ir madurando el guion, dándole más vueltas, suprimiendo lo superfluo, etc. Y yo creo que al final le ha venido bien a la historia esa maduración del paso del tiempo. Probablemente, si la hubiésemos rodado hace tres años, hubiera sido una película diferente.

C. A.: Estamos deseando poder verla en la pantalla. 

I. U.: ¡A ver si la pandemia me lo permite!

C. A.: Espero que sí. Y dos últimas preguntas, ¿qué ha dejado la mirada de Lucía en tu mirada? 

I. U.: Ha sido una experiencia… una vuelta a la infancia en realidad.

C. A.: ¿Sí?

I. U.: Sí, de alguna manera. Ha sido una vuelta más que a la infancia a los principios de cuando empezaba a hacer cine. Ha sido, no sé cómo explicarte un reencuentro con recuerdos de mi parte personal de cuando era muy joven, de cuando empezaba y yo creo que me ha rejuvenecido un poquito. Yo creo que en ese sentido me ha dado la perspectiva de rejuvenecimiento. 

C. A.: Te has encontrado con tus raíces salvadoreñas, ¿no?

I. U.: Me he encontrado con mis raíces y con recuerdos, y con las ilusiones del principio… ha sido muy sanador. 

C. A.: ¡Qué bien! La última pregunta: ¿Qué mensaje deseas provocar en el espectador?

I. U.: No soy partidario de mensajear, creo que suficiente es poner los hechos y que cada uno saque lo que crea. Hombre, yo saco mis conclusiones clarísimamente, pero lo que intento, a veces lo consigo, a veces no, es mostrar los hechos como creo que fueron, un poco con toda la información que hemos recabado y con todos los problemas que tiene la memoria con el paso del tiempo, pero creo que mi misión es mostrar los hechos tal y como fueron y que cada uno saque las consecuencias. Intentar mostrarlos dentro de lo posible, lo más objetivo, claro que obviamente objetivo nunca se es. 

Yo he elegido como protagonistas o digamos los buenos de la película a los jesuitas, a los que masacraron, y los malos son sus asesinos. Pero eso es ya un punto de partida, porque nadie es objetivo. Pero bueno, dentro de ese posicionamiento, intento, dentro de lo posible, tratarlo con las máxima objetividad y luego que cada espectador saque sus consecuencias. Poner sobre la mesa todas las circunstancias que rodearon aquello de la manera más clara posible y a cada uno darle su importancia. Por ejemplo, el comportamiento de la embajada española no fue nada edificante, sin embargo los franceses fueron unos caballeros y gracias a ellos se consiguió sacar a esta mujer, eso fue así, matices o no matices, pero eso fue así. Yo lo cuento y luego que cada uno saque sus conclusiones.

C. A.: Creo que es muy importante la memoria de los acontecimientos para que no vuelvan a suceder, para que no queden olvidados o sepultados en la historia: seis jesuitas, dos colaboradoras…

I.U.: Sí, estaban viviendo allí y, en cuanto vino el ejército el día anterior a la llegada de Ellacurría para chequear quién vivía y dónde para no dejar testigos, quedaron todos condenados a muerte.

C. A.: Es tremendo, pero creo que va a ser muy ayudador recordar estas figuras que tanto lucharon por la paz y la justicia.

I. U.: Ahora lo que hace falta es que se vea.

C. A.: ¿Cuál puede ser la fecha de su estreno?

I. U.: No tengo ni idea porque además está el tema de la pandemia, sin saber por dónde va a tirar la cosa. Y, además, después hay un problema, y es que a lo largo de este año se han acumulado un montón de películas que piden estreno, y que piden salas, que son películas algunas muy comerciales, entonces habrá que buscarse un hueco en el espacio para salir con la película.

C. A.: Esperemos que sea pronto porque estamos deseando verla. Muchísimas gracias.

1. Él acusó a los investigadores de “manipular” a Lucía y someterla a un intenso interrogatorio “con el fin de confundirla”.

En una denuncia hecha al secretario de Estado, James Baker, Tipton acusó al embajador norteamericano en San Salvador, William Walker, así como a otros miembros de la representación diplomática estadounidense de haber declarado a los periodistas que el testimonio de Lucía carecía de valor porque había sido inspirado por la organización de derechos humanos de la archidiócesis salvadoreña. Walker ha negado la acusación.

Lucía y su marido reiteraron en su entrevista con The New York Times su declaración original de que dos de los cinco hombres que asesinaron a los jesuitas llevaban el mismo uniforme que los soldados que patrullaban las calles de la capital salvadoreña.

* Este artículo apareció en la edición impresa de El País del lunes, 18 de diciembre de 1989.

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